11 de noviembre de 2020

DE LA EDAD MEDIA, AL ENTERO CAPITALISMO

Viviana Beker

Primera Parte

de dónde viene

 este modo de ser de las cosas:

 las razones originarias”

Zavaleta Mercado, 1990

Quizás el acercamiento al tema, se dió guiado por las brujas, para ser más exacta, por la persecución de las brujas, hogueras en la que fueron quemadas miles de mujeres, acusadas de brujas. Lentamente, fueron retrocediendo las agujas, los almanaques, los siglos.
Querer conocer más profundamente esa historia, como un boomerang volvió una y otra vez, a este tiempo, a este suelo, a esta realidad. Con la lectura de los textos, en los que aparece analizada misoginia, la disposición de la naturaleza al servicio de la especie humana, el sistema punitivo, las creencias que parecen inverosímiles, la lucha por decidir sobre nuestro propio cuerpo, el capitalismo que todo lo devora, la marginación de quienes no desean ser el centro de alguna normalidad, el racismo, todo está ahí, no es el inicio, pero si un impulso considerable que llega a nuestros días.
Propongo el recorrido con un pasaje del feudalismo al capitalismo, que proyecta su sombra hasta hoy, por la que solo se trasluce cierta poesía, en algunos logros que descorren el velo momentáneo de la opresión .
Luego me refiero al cristianismo, las consecuencias de su accionar en las creencias, los cuerpos, las vidas. Un cristianismo quizás imprescindible para esa etapa de transición hacia el capitalismo, con la inquisición, la evangelización, la quema de brujas, entre otras prácticas.
Una tercera parte, es el análisis del Malleus Maleficarum, un texto que fue más editado y leído en ese período que la propia biblia, manual de la inquisición, durante tres siglos, no solo para sacerdotes sino también para jueces .

Finalmente, que representó nuestra Abya Ayala, cuya colonización, la esclavitud y el saquo fueron fundamentales en los primeros momentos de la formación del capitalismo y del arranque de la acumulación.
Nadie desconoce que la irrupción del capitalismo fue sangriento, y en él coinciden tres procesos: 1.- la colonización de América que llamaremos Abya Ayala (Tierra Madura, Tierra Viva o Tierra en Florecimiento, término utilizado por los Kuna, pueblo originario que habita en Colombia y Panamá, para designar al territorio comprendido por el Continente Americano), 2.- la quema de las brujas ,3.- el inicio del comercio de esclavos, es decir que la sangre fue mayoritariamente de los afrodescendientes, los pueblos originarios, las mujeres, la disidencia sexual, los herejes, es decir lo que se oponía, al nuevo sistema en ascenso y al cristianismo.
Un libro fundamental, para recorrer ese período de la Edad Media, es “Calibán y las brujas”, de Silvia Federici, donde no solo describe detalladamente las luchas, la resistencia, las transformaciones, sino que una de sus hipótesis es que la caza de brujas constituye uno de los acontecimientos más importantes del desarrollo de la sociedad capitalista y de la formación del proletariado moderno. Relaciona esta persecución a miles de mujeres (mayoritariamente) con el desarrollo de una nueva división sexual del trabajo que confinó a las mujeres al trabajo reproductivo.
De este modo, sostiene que, la división sexual del trabajo fue, sobre todo, una relación de poder, una división dentro de la fuerza de trabajo, al mismo tiempo que un inmenso impulso a la acumulación capitalista
Desde esta perspectiva, realiza dos críticas importantes a historiadores Marxistas y a Foucault. Cuestiona a los primeros porque cuando se dedican al estudio de la «transición al capitalismo», salvo muy pocas excepciones, han confinado la caza de brujas al olvido, como si careciera de relevancia para la historia de la lucha de clases.
También en la introducción del libro, plantea que Michel Foucault en su análisis sobre las técnicas de poder y las disciplinas a las que el cuerpo se ha sujetado, ignora el proceso de reproducción, la diferenciación de género, y al igual que los marxistas, nunca hizo mención a la caza de brujas, a pesar de ser el ataque más monstruoso de la era moderna. Coincide, la autora con que una de las condiciones para el desarrollo capitalista fue el proceso que él define como «disciplinamiento del cuerpo», y que, desde el punto de vista de ella, consistió en un intento por parte del Estado y de la Iglesia para transformar las potencias del individuo en fuerza de trabajo.
” Lo que Foucault habría aprendido si en su Historia de la sexualidad (1978) hubiera estudiado la caza de brujas en lugar de concentrarse en la confesión pastoral, es que esa historia no puede escribirse desde el punto de vista de un sujeto universal, abstracto, asexual” ( Federici) .
Se pregunta porque razón estos análisis excluyeron un hecho tan significativo, como que la caza de brujas fuera contemporánea a:
– la colonización y exterminio de las poblaciones del Abya Ayala,
-los cercamientos ingleses,
-el comienzo de la trata de esclavos,
-la promulgación de «leyes sangrientas» contra los vagabundos y mendigos,
-que alcanzara su punto culminante en el interregno entre el fin del feudalismo y el «despegue» capitalista, cuando los campesinos en Europa alcanzaron el punto máximo de su poder.
En contrapunto, Brigitte Vasallo (Por una historia decolonial de la chusma), critica la posición de Silvia Federici, su deliberado rechazo a comprometerse con los pensadores anti-esencialistas queer y trans, particularmente por la omisión de las historias de esas personas dentro de las cazas de brujas. De hecho, advierte que a las personas queer se les dedica poco más que una sola nota al pie en el largo y académico libro de Federici.
Según Vasallo, esto es considerado en el libro “Brujería y contracultura gay” de Arthur Evans, quien muestra un implícito rechazo de las “mujeres” como categoría natural y hegemónica pero además, porque es quizás el primero en situar claramente el ascenso de la heteronormatividad en tanto que inseparable al patriarcado, al industrialismo y al Estado.
Los vínculos entre la brujería y el travestismo aparecen regularmente en la historia de la Europa cristiana, aunque quizás sea Juana de Arco, el ejemplo que ha trascendido.
La historia de la palabra faggot [marica] revela la íntima conexión que existe entre los hombres gays, la herejía y la brujería. Tanto a las brujas como a los herejes se les solía quemar vivos sobre fajos de palos de madera denominados fagots. La quema de brujas y herejes sobre haces de leña podría haberse originado a partir de un vínculo religioso con los árboles (especialmente el haya y el roble), que eran sagrados en la Europa pre-cristiana. El antiguo árbol de las hadas cerca de Domremy donde Juana escuchó por primera vez sus voces era un fagus. (Arthur Evans).
La antigua deidad venerada por los celtas, los germanos y los anglo-sajones de Europa occidental era una Gran Diosa Madre (conocida también con el nombre de Ísis por los egipcios, de Ishtar por los asirios, de Inanna por los sumerios y de Astarte por los fenicios, y muchos otros nombres) y el Dios Cornudo, cuya veneración se remonta a la Edad de Piedra. Asociados a menudo con las Madres, así como al sexo, a los animales y a la naturaleza. A propósito, Analía Bernardo señala que, desde la teología moderna, se afirma que la ancestral Diosa fue el centro religioso y cultural de nuestros antepasados desde 20000 al 3000 a C, hasta la formación de las culturas e imperios clásicos de orientación masculina y la difusión del monoteísmo del Dios Padre, como las religión judeocristiana o islámica. Entonces aparece el pecado original, la culpa de Eva, el Dios padre, el Diablo y la necesidad de redención de la naturaleza. Espiritualidades y teologías creadas y dirigidas por varones, centradas en figuras masculinas como Yahveh, Jesús, Alá, Krisna, Buda; donde la discriminación y desvalorización de las mujeres es notoria, bastaría con ver las prácticas en esas religiones, que casi todes conocemos.

Una vez que la Cristiandad se convirtió en la religión oficial del Imperio romano, la veneración de la Madre fue proscrita. Lo mismo ocurrió con el Dios cornudo. Con estas creencias, también se contraponen a los intereses del cristianismo, en consonancia con el incipiente capitalismo, la sexualidad, el amor a los animales, la vinculación con la naturaleza.

Constantino, identificado como creador del Cristianismo como instrumento de dominación, declaró la pederastia como delito capital; los emperadores Valentiniano y Teodosio aplicaron la pena de muerte en la hoguera. El código legal del emperador Constantino condena la homosexualidad masculina y urge para que los sodomitas sean sometidos a “exquisitos castigos” (Bailey, citado por Evans), Justiniano inició un pogrom contra los hombres gays, a los que reunió en gran número, torturó y quemó vivos. Un autor antiguo señala: “A algunos los castró, mientras que en el caso de otros, ordenó que se introdujeran afiladas cañas por sus orificios genitales y que celebraran una procesión en el foro con estos cautivos” (Teodosio de Melitene, citado por Evans). Dejan sentada así, las bases contra la homosexualidad de la Edad Media. Los cargos de homosexualidad se convirtieron en una herramienta de la caza de brujas de disidentes políticos.

Retornando a la mención respecto al trabajo reproductivo en el que se confina a las mujeres, según consta en el registro de varios historiadores, citados en los trabajos consultados, las mujeres de la Edad Media, tenían conocimiento de métodos anticonceptivos, fundamentalmente se podría hablar de métodos abortivos, utilizando plantas. A partir de la peste negra (1347/1352), y el riesgo y/o poder, que el control sobre los nacimientos confería a las mujeres, se ejerció una fuerte vigilancia y estricta prohibición de cualquier método que limitara los nacimientos, incluso con penas a las madres a las que se les moría por alguna razón el bebé en el post parto. Se pierden así, una sabiduría transmitida de generación en generación, además de imponerse un confinamiento de las mujeres a la función reproductiva, y de reducir su función principal al trabajo doméstico. Mientras escribo esta reseña, en nuestro país -y varios más- el aborto, salvo excepciones, aún está penalizado. Podríamos pensarlo, como resabio medieval de esta época en la que se forjó la división sexual del trabajo o, nuevo «contrato sexual, en el que las mujeres pierden su autonomía y derechos sobre su propio cuerpo.
Como en casi todos los procesos históricos, las leyes fueron instrumentos clave y es interesante, ver cómo, se manifestaba esta degradación de las mujeres en los siglos XVI y XVII : perdieron el derecho a hacer contratos o a representarse a sí mismas en las cortes para denunciar los abusos perpetrados en su contra (Francia); si la mujer de clase media enviudaba, era costumbre designar a un tutor para que administrase sus asuntos (Alemania); se les prohibió vivir solas o con otras mujeres (Inglaterra); se veía mal que anduvieran solas en la calle, frecuentaran lugares públicos o se sentaran en la puerta de sus casas, etc.
Haydeée Birgin, plantea no solo como funciona el género dentro del derecho, sino que indaga (en el libro «Ley, Mercado y Discriminación»), como el propio derecho, produce identidades y diferencias de género.
Más adelante, me referiré, a cómo esas ideas medievales, impregnaron y aún impregnan- al decir de algunos juristas- el discurso moderno. Más específicamente, como señala Octavio R. Acedo Quezada, en su interpretación del «Malleus Maleficarum», algunos autores—entre los cuales Eugenio Raúl Zaffaroni es el más destacado— establecen que este libro es uno de los primeros discursos de la emergencia penal.

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