por María Verónica Jorge
Nació en Bahía Blanca el 13 de septiembre de 1944. Su nombre era Silvia Bleichmar
Ella cuenta que transcurrió su infancia entre la escuela Normal y la Biblioteca Rivadavia.
Cuenta también que en la Biblioteca pasaba muchas muchas horas leyendo, escribiendo, y cuenta de su gran amor y gratitud a ese espacio que la recibió y albergó tanto tiempo, tantas veces.
Su madre Sara Berman y su padre Salomón Bleichmar tenían un importante negocio recordado por muchxs, que se llamaba «La Metrópoli», ubicado en calle San Martín al 300, en esa misma dirección también estaba ubicada la casa donde vivía toda la familia.
Sara, su madre, fue activa en el partido comunista en esos años y me comentó un viejo amigo de Silvia de aquellos años, que, en el centro de jubilados del Cono Sur, en calle Caronti, hay una placa en su memoria.
Esta madre, no cabe dudas que marcó el espíritu de lucha y justicia que caracterizaron a Silvia, y cuentan algunas anécdotas que ya desde muy jovencita Silvia iba a la plaza Rivadavia a participar en manifestaciones políticas y sociales.
Historias que leo, que escucho, que voy recolectando de la memoria escrita y oral de la ciudad.
Luego en su juventud se muda a Buenos Aires donde estudia Sociología y Psicología en la Universidad de Buenos Aires (U.B.A.)
Durante la dictadura militar se exilia con su familia a México, y en el exilio continúa su formación en Psicoanálisis, realizando su Doctorado en la Universidad de París.
Su intención y la de su familia fue retornar al país en cuanto volvió la Democracia, pero poco tiempo antes de emprender el viaje de vuelta hubo un fuerte terremoto en México que afectó gravemente al país.
Silvia y su marido, el psicoanalista Carlos Schenquerman, decidieron quedarse a ayudar en la rehabilitación social que se hizo necesaria urgentemente allí.
En esta comprometida experiencia Silvia aplica la teoría psicoanalítica por fuera de las paredes del consultorio privado. El libro en donde transmite esta experiencia se llama: «Psicoanálisis Extramuros».
Es un punto central en ella: su ética, su compromiso social -humano-político que excluye en su práctica profesional a la clínica ortodoxa en la soledad de un consultorio.
Articuló los conceptos de Psicoanálisis a la práctica humana social del presente, sin olvidar las raíces del pasado, las raíces teóricas.
Quien la lee, descubre su aguda capacidad para analizar la realidad del país en cada época, casi los mismos temas que nos aquejan y duelen hoy
Nunca se calló, y no se limitó a la psicopatología de la clínica privada. Sino que tenía un genuino interés en la salud pública y comunitaria.
Escribió sobre la violencia del Nazismo y del genocidio Armenio, el dolor de Cromagnón y del Atentado a la Amia,la violencia en las escuelas, la inmoralidad de muchos políticos, el valor de la Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, reflexiones sobre femicidios sucedidos en esos años, resignificó la Crisis de fines de los 90 y las marcas que dejaron esas épocas en lxs argentinxs, manifestó críticas a instituciones policiales, y en todos lados dio a conocer sus duros cuestionamientos al sistema neoliberal y tantísimo más que invito a descubrir en su lectura.
La vida cotidiana, política, social. que muchxs psicoanalistas consideran temáticas de las que deben abstenerse, no fueron ajenas a sus análisis y temas de opinión. Su tarea fue y es una tarea de resignificación.
Un trabajo de enlace de la complejidad del presente con los saberes del psicoanálisis, que fue construyendo y recreando a partir de su profundo estudio, enriqueciéndolo con su mirada comprometida con los derechos humanos y con la salud en sentido amplio.

Para completar un poco más su extensa obra y sus logros:
De México retornó definitivamente a Argentina en 1986.
Fue profesora en diversas Universidades nacionales y en el exterior: México, Brasil, España, Francia.
De sus actividades extra-académicas se cuenta, entre otras, con la Dirección de los proyectos de UNICEF de asistencia a las víctimas infantiles del terremoto de México de 1985 y el Proyecto de ayuda psicológica a los afectados por la bomba que destruyó la Mutual Judía, AMIA en 1994.
Ha colaborado con publicaciones nacionales y extranjeras mediante artículos científicos y ensayos de actualidad.
Algunos de sus libros más conocidos son: “En los orígenes del sujeto psíquico», «La fundación de lo inconsciente», «Clínica psicoanalítica y neogénesis», “No me hubiera gustado morir en los 90” y «Dolor país», éste último calificado por la crítica como «…un profundo y comprometido ensayo sobre la realidad argentina y su impacto en la subjetividad”.
En el año 2006 recibió el Premio Konex de Platino 2006 en Psicología y también el Diploma al Mérito en Psicología.
En 2007 fue Galardonada como Ciudadana Ilustre de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Falleció en Buenos Aires el 15 de agosto de 2007.
Silvia Bleichmar, crear memoria
Silvia es reconocida, recordada y querida en muchas partes del mundo. Pero casi una desconocida en su ciudad natal.
Dijo en un reportaje algo que dio origen que esté escribiendo sobre ella aquí y ahora:
“Recuperar la Memoria es recuperar la Salud”
Esta breve nota es justamente eso: un intento de recuperar la memoria y también de crear esta memoria necesaria, en nuestra ciudad algo negadora de partes de su historia.
Hace unos meses presentamos una solicitud al Honorable Concejo Deliberante, para que se reconozca en la ciudad de Bahía Blanca, un espacio con su nombre.
«Sólo» accedieron a nombrarla «Personalidad Destacada de la ciudad», debido a que según algunos representantes no es lo suficientemente conocida por ellos.
Ese nombramiento, aunque en cierto modo frustrante, es también el modo de iniciar este trabajo de darla a conocer y reconocerla en su propia ciudad.
Darle espacio al nombre de Silvia Bleichmar en esta geografía, también es darnos la posibilidad de que aparezca un aspecto diferente de nuestra identidad bahiense, que repetidamente recae en la productividad del Polo petroquímico, en el Puerto como centro económico y también en lo deportivo. Siempre este triste y bastante negativo aspecto competitivo y mercantil del crecimiento, con un costo ambiental y de salud importante.
Este nombramiento sería un merecidísimo reconocimiento y gratitud a Silvia y constituiría una importante marca para quienes vivimos en la ciudad, para quienes recorremos sus calles:
Con su espíritu libre
y su ética plena de humanidad
Cuestionadora de paradigmas y estigmas
Lúcida
Con una amplitud de mirada necesaria, y tan llena de sorpresas
La llamaban Yeye y tenía el cabello rojizo.
María Verónica Jorge
Psicoanalista-Psicóloga (U.B.A)